Una historia que no es solo de ella
Una historia que no es solo de ella.
Hace un tiempo llegó a mi estudio una alumna con años de formación en canto lírico. Su voz tenía algo hermoso, profundo… pero también algo contenido. Algo que no terminaba de liberar.
Desde el primer encuentro noté una tensión muy particular. Su musculatura facial estaba fija, la mandíbula apenas se movía y su sonido, aunque potente, era oscuro y duro. Le costaba subir a los agudos con libertad, y aún más, encontrar brillo y flexibilidad en su voz.
Cuando le pregunté por su formación, me habló de una consigna muy clara que la había acompañado durante años:
“Siempre me pedían que hiciera una colocación de bostezo, para subir el paladar y oscurecer el sonido.”
Un clásico en la enseñanza del canto lírico. Y sí, subir el paladar puede ser útil… pero cuando esta acción se convierte en una posición fija, sostenida sin adaptación, puede terminar siendo una trampa.
De la colocación al encierro.
Esta alumna había interiorizado tanto la instrucción, que su cuerpo ya no podía cantar sin “colocarse” en esa posición. Su paladar estaba permanentemente levantado, su lengua retraída, su mandíbula apenas abría.
El resultado: una voz sólida, pero sin flexibilidad; un color oscuro, pero sin armónicos; una técnica “colocada”, pero con lesiones y limitaciones reales.
Trabajamos juntas durante meses, reeducando su relación con esa consigna. No para eliminarla, sino para flexibilizarla. Para devolverle a su cuerpo la posibilidad de elegir y de adaptarse según el momento musical.
Y lo más revelador fue esto: cada vez que se enfrentaba a una dificultad técnica, ya fuera un agudo exigente o una frase rápida, su cuerpo volvía al patrón antiguo como un reflejo.
¿Por qué volvemos a las posiciones rígidas?
Normalmente volvemos a una posición fija o rígida porque nos da una sensación de control y porque si “una vez nos funcionó”, entonces debería funcionar siempre.
Nos da miedo perder lo que ganamos, si al utilizar una vez esta posición conseguimos un sonido potente y hermoso, el no querer perderlo nos lleva a sostenerlo a la fuerza. En vez de esto, tendríamos que permitir que evolucione, pero nuestro cuerpo no se arriesga a perderlo.
Lo que tenemos que aprender es que la voz no es una estatua, es un organismo en constante movimiento.
Y las posiciones fijas matan la voz viva.
Flexibilidad: la clave que lo cambia todo.
En el aprendizaje vocal, toda consigna corporal debe estar impregnada de flexibilidad.
El cuerpo canta. Y el cuerpo se mueve, se adapta, se transforma con cada nota, cada emoción, cada palabra.
Cuando pedimos una posición de boca, de mandíbula, de lengua, de paladar…
Cuando exigimos mantener un tipo de resonancia o una colocación particular…
Si no lo hacemos desde la movilidad, lo que estamos generando es rigidez.
Y la rigidez, tarde o temprano, se traduce en:
- dureza en el sonido
- pérdida de armónicos
- dificultad para afinar
- problemas en los agudos
- fatiga vocal
- lesiones
Un llamado a profesores y coaches.
Como vocal coaches o docentes, tenemos una gran responsabilidad. Nuestra forma de dar consignas puede abrir puertas… o cerrarlas.
Por eso, cada vez que des una indicación técnica, recuerda añadir algo como:
- “Hazlo con libertad, sin fijarlo.”
- “Permite que la posición se adapte según lo que necesites.”
- “Que sea una intención, no una forma rígida.”
- “Si sientes tensión, suéltalo. Respira. Y vuelve desde otro lugar.
La técnica vocal no debe ser un molde. Debe ser un mapa, una referencia que respira.
Y si eres alumno o alumna...
Confía en tu cuerpo.
Si una posición que te enseñaron te funciona, ¡perfecto! Pero si con el tiempo comienza a limitarte o a provocar tensión, es momento de revisarla.
Pregúntate:
- ¿Estoy sosteniendo esta posición con fuerza?
- ¿Puedo moverme mientras la mantengo?
- ¿Puedo cantar con la misma intención pero con menos rigidez?
La voz es cuerpo. Y el cuerpo necesita libertad para expresarse plenamente.
Conclusión: la voz necesita moverse
La historia de esta alumna me sigue enseñando cada día que las buenas intenciones técnicas NO siempre generan buenos resultados si no están acompañadas de flexibilidad.
Y es una lección que también me llevo como vocal coach:
- No todas las voces necesitan las mismas instrucciones.
- Y ninguna voz debería quedarse atrapada en una sola manera de sonar.
Así como la música es dinámica, nuestra voz también lo es.
Cantar es moverse. Cantar es adaptarse. Cantar es fluir.
¿Quieres explorar tu técnica desde la libertad?
Trabajo con cantantes de distintos estilos para construir una técnica vocal sólida, saludable y basada en la conciencia corporal y la libertad sonora.
Si sientes que tu voz está atrapada en posiciones fijas o que tu cuerpo te está limitando, quizás es hora de redescubrir tu instrumento.
Escríbeme para agendar una sesión exploratoria o para saber más sobre mis programas de acompañamiento vocal.